Sinopsis

 

¿Puede un refugio convertirse en una prisión? “No podemos salir del campo, tampoco podemos volver a nuestro país por la guerra, no podemos prosperar”. Sin embargo, al mismo tiempo, ¿puede un refugio convertirse en una patria? “En este sitio he crecido, he estudiado, he trabajado y he sido padre. Lo siento mi casa”. Ésta es la contradicción a la que hacen frente los refugiados del campo de refugiados más grande del mundo, Dadaab, en el nordeste de Kenia, cuya existencia cumple veinte años en 2011.

Es el caso de Omar, Hassan y Mohamed, tres jóvenes somalíes que llegaron a Dadaab en 1991, cuando la guerra estalló en Somalia y el campo fue creado por ACNUR. Los recuerdos de sus vidas anteriores quedan reducidos a unas pocas imágenes borrosas. En estas dos décadas, ellos han entrado a formar parte de lo que se podría llamar la clase media del campo, pese a lo cuál, su objetivo es conseguir uno de los preciados y escasos visados que les permitiría empezar una nueva vida en otro país.

Mientras ellos piensan en marcharse, 6.000 personas llegan cada mes desde Somalia, donde la guerra no marchita. El N-0 es una de las áreas donde pueden establecerse los recién llegados y Mohamed Alí ejerce de anfitrión y líder. Para ellos, el campo significa seguridad, pero empezar una nueva vida en Dadaab tampoco es fácil.

Unos pocos se van; muchos llegan; todos ellos, “esperando lo mejor pero preparados para lo peor”.